La actriz de Harry Potter protagoniza la esperada película de Alejandro Amenábar que inaugura el Festival de Cine de San Sebastián y que habla de los fundamentalismos en las iglesias
El 21 de agosto del 2000 se desvelaba el misterio de quiénes serían los elegidos para dar vida a tres de los personajes más codiciados de la historia del cine: Harry Potter, Hermione Granger y Ron Weasley, los tres jóvenes protagonistas de una de las sagas literarias y cinematográficas más importantes y rentables que se hayan visto. En un acto multitudinario aparecieron ante la prensa los tres niños más envidiados del planeta, los que darían vida a los héroes de una generación. Entre ellos se encontraba Emma Watson, que tras diez años de conjuros y viajes en escobas voladoras comenzó a trabajar para directores de la talla de Darren Aronofsky y Sofía Coppola.
La británica dejaba atrás la maldición que toca a los actores jóvenes que protagonizan una película de éxito (Macaulay Culkin, Haley Joel Osment, Hayden Christensen…) y nunca más se supo de ellos, o si se sabe es porque han sido detenidos. Watson es diferente, en cada entrevista y cada declaración ha demostrado una inteligencia y madurez impropia para alguien que con apenas 20 años podía haber dejado todo para convertirse en una estrella mediática. Al contrario, ella prefirió aceptar sólo papeles secundarios mientras terminaba sus estudios universitarios.
Ahora es el cine español el que reclama a Emma Watson, que protagoniza la vuelta a los cines de Alejandro Amenábar. Con Regresión el director da a la actriz su primer protagonista antes de que la veamos junto a Daniel Brühl en el drama histórico Colonia.
Ya no es la niña repipi que actuaba de voz de la conciencia de Harry Potter, han pasado 15 años en los que la actriz confiesa que nunca tuvo miedo de encasillarse en el papel de Hermione Granger. “No, cómo iba a tener miedo, era un papel tan bueno… Me sentí muy afortunada de interpretar algo que amaba”, cuenta a El Confidencial.
En Regresión, que inaugura hoy el Festival de Cine de San Sebastián, da vida a Angela Gray, una joven que acusa a su padre de abusos y ritos satánicos, y que se refugia en la religión para protegerse de ello. Amenábar habla de cómo el miedo tiene la puerta abierta para asentarse en aquellas comunidades cuya fe sustituye a la razón. Muchos verán un paralelismo con el auge de los fundamentalismos religiosos, pero Watson, todo prudencia y educación británica prefiere no mojarse sobre el tema. “No creo que sea la persona más indicada para hablar de este tema. Creo que la religión puede ser una cosa maravillosa y poderosa, pero también destructiva y asustar. Es un tema muy difícil… No soy la más indicada”, zanja.
Pese a todo prefiere aclarar que la película no habla sobre la religión en general. “Habla de una persona concreta, en una parroquia concreta y circunstancias concretas. No quiero que la gente piense que es un ataque a la religión. Eso sería simplificar demasiado todo porque no pretendo renegar de las religiones. Soy una persona muy espiritual e interesada en estos temas, pero creo que, como ocurrió con Noé habrá polémica. Es bueno que las películas generen debate y controversia, que hagan pensar”, cuenta sobre las posibles reacciones de los espectadores hacia el filme.
Lucha por la igualdad
En los últimos años Emma Watson, embajadora de buena voluntad de la ONU, ha luchado activamente en la campaña HeforShe por la igualdad de género. Su discurso pronunciado en septiembre de 2014 dio la vuelta al mundo y recibió loas por parte de las asociaciones feministas, que habían encontrado a alguien que hacía llegar su mensaje y que aprovechaba su posición pública para pedir el mismo sueldo y las mismas condiciones laborales y sociales para hombres y mujeres.
Ese discurso también cambió la vida cinematográfica de Emma Watson, que reconoce que ahora le preguntan más por cine y feminismo que por lo que lleva puesto en la alfombra roja. “Ese discurso fue una colección de cosas en las que había estado pensando mucho tiempo. Nunca pensé que iba a tener ese momento delante de una audiencia para decir todo eso. Estaba muy nerviosa, mucho más que cuando ruedo una película, porque en un filme dices las frases de otro, aquí era yo misma. Si no hubiera estado 100% segura de lo que decía nunca hubiera tenido la confianza para hacerlo”, recuerda sobre aquel momento.
Watson cree que aunque no piense en todo eso a la hora de elegir un papel, intuitivamente sabe lo que “significa escoger uno u otro”. Por ello se decantó por el de Angela en Regresión, especialmente porque confiaba al 100% en Alejandro Amenábar, del que conocía Los otros y Mar adentro: “Sabía que él está a cargo de todo el proceso creativo desde el principio hasta el final. Escribe, dirige y compone la banda sonora, lo que: 1. Es impresionante. 2. Como actriz sabes que estás poniendo tu trabajo en las manos de alguien que lo va a esculpir hasta el final, alguien en quien puedes confiar”.
La actriz se deshace en elogios hacia el director, que cree que le ha regalado un papel “multidimensional, con muchas facetas y muy vulnerable”. No cree que esas cualidades sean exclusivas de los directores europeos, pero sí que les atribuye el mérito de “hacer películas a una escala menor lo que les permite controlar todo”.
Desde las dos últimas entregas de Harry Potter, cuando la saga dio un giro oscuro y adulto, los papeles que ofrecen a Emma Watson cambiaron radicalmente, y todos los directores veían en ella en personajes intensos, por lo que le apetecía hacer algo más ligero. Para ello será la Bella de La bella y la bestia que prepara Disney y que ha venido en el momento exacto, antes de que “se metieran en mi piel estos papeles tan intensos”.
