Regresión: Nueva entrevista de Alejandro Amenábar y habla de Emma Watson

Después de seis años de silencio, el que fue niño prodigio del cine español vuelve a las pantallas con ‘Regresión’, una cinta de terror que se estrena el 2 de octubre

Satán, las sectas y el delirio ultrarreligioso sostienen la trama de un ‘thriller’ sobrio y oscuro ambientado en la América profunda y protagonizado por Ethan Hawke y Emma Watson

Regresión, que inauguró este viernes el Festival de Cine de San Sebastián y se estrenará en cines de España el 2 de octubre, se sitúa en 1990 y bien podría ser un capítulo más de esta insólita historia en la que los buenos ciudadanos acaban dando más miedo aún que el propio Satán. Alejandro aterrizó en Minneapolis para realizar un estudio previo de campo en esa América, más real que profunda, en la que tuvo lugar el suceso concreto en el que se basa su película. Desde su primer diálogo en inmigración pudo advertir la desconfianza que los americanos sienten siempre por los que husmean en sus secretos rurales, y le fue difícil hacerse entender cuando explicaba que quería escribir un libro acerca de ciertos aspectos de la vida en Minnesota. Fueron dos semanas, cuenta el director, recorriendo pueblos, iglesias, comisarías. “Las comisarías reales se parecen muy poco a la que nosotros finalmente construimos, porque todo lo que tenga que ver con las fuerzas del orden ahora mismo presenta una imagen impoluta, sin atractivo narrativo, así que decidimos recrear una de aquellas viejas comisarías de los ochenta, más decadentes, más románticas, si se puede emplear ese adjetivo; en donde saltara a la vista que los policías trabajaban sin recursos”.

¿Cómo te veías a ti mismo en esos momentos de investigación? ¿Como un periodista, como un director de cine?
Yo me sentía básicamente intimidado. Como alguien que conoce bien cómo se las gasta allí la autoridad. Finalmente, la gente es amable, es cordial, pero la fuerza policial es intimidatoria.

¿Cómo convenciste a un actor como Ethan Hawke para interpretar a ese policía que poco tiene que ver con los personajes que suele encarnar?
Le mandamos el guion y nos contestó enseguida. Ethan me conocía por Mar adentro, que fue una película de escasa distribución en Estados Unidos, pero que dentro de la industria se conoce y se aprecia mucho. Nos citamos en un bar de Brooklyn, que es el barrio donde él vive. Apareció tan casual que me costó creer que fuera Ethan Hawke el que me había tendido la mano. Lo primero que me preguntó fue: “Who is this guy?”, y yo le contesté que no lo sabía, que no sabía nada de la historia del tipo, que no era la típica película de un caso policial que se entremezcla con la vida personal del agente. Yo le aconsejé que se olvidara de construir un pasado, que íbamos a hacer una película telegráfica, al estilo de Todos los hombres del presidente, en la que los dos protagonistas están inmersos en el caso que andan investigando pero no verbalizan nada de su vida íntima, aunque al final tú los reconoces, sabes cómo son. En esta historia que tanto tiene que ver con la religión se prestaba mucho la cosa a que él hubiera sido el típico tío que ha perdido la fe y está derrotado. Al final, él optó por un tipo de hombre de energía baja, que estaba dormido, como él decía, al que de pronto los hechos le hacen despertar. Y creo que le ha quedado muy bien. Algo curioso para Hawke porque él es una persona muy vital; para que te hagas una idea, en los descansos cogía una guitarra y comenzaba a cantarnos canciones. Es como un niño grande, con mucho talento, y tiene muchas historias; lleva trabajando en el cine desde niño y eso le ha convertido en un gran narrador. Además, es de Austin, una ciudad de ambiente excepcional dentro del Estado de Texas, y, siendo muy americano, tiene una cultura más sofisticada, conoce el mundo, conoce Europa, es un tío cultivado.

¿Y convencer a Emma Watson?
Emma sentía una gran conexión con Ethan, porque ella también comenzó a trabajar cuando era niña, con una fama apabullante, claro, porque todo lo de Harry Potter ha sido un tsunami. Ethan Hawke se estrenó con Exploradores, a los 10 años. Son niños prodigio. Con ella me vi en Londres, y fue sorprendentemente fácil. Me dijo que había elegido este papel, aun teniendo como es lógico muchas propuestas, porque era un personaje que tenía capas. Ella tiene 25 años, pero en la película debía aparecer como una adolescente de 17, aunque cuando hicimos las primeras pruebas de maquillaje nos asustamos de lo niña que parecía. Tuvimos que hacer que aparentara más edad.

¿Quién crea el ambiente frío o cálido en una película? Porque sabes que la gente se queja mucho de la frialdad en los rodajes americanos.
Hombre, en eso tiene mucha responsabilidad el director, y yo creo que tengo buena fama de crear un buen clima, porque un rodaje ya te trae suficientes problemas como para que tú encima lo vivas con mal rollo. Yo valoro mucho la capacidad de adaptación cuando las cosas no son como esperabas. Sí que eché en falta una cosa o me sorprendió, y es que en nuestros rodajes, al cabo de dos semanas, ya hay una especie de ambiente familiar, vives como en un campamento de verano: llegas por las mañanas, saludas, te sientes como una piña; eso en Canadá no pasaba. Yo llegaba al rodaje muchos días y el equipo no me saludaba, tenía que forzar el saludo, hasta que un día pregunté por qué y me dijeron: “Es que a ti el que te tiene que hablar es el ayudante de dirección, los demás no tienen por qué dirigirse a ti”. Era más frío, sí, pero hubo buena química.

¿Decidisteis rodar en Canadá?
Es que Toronto se ha convertido en un megaplató y era el sitio ideal, porque la zona rural se parece mucho a Minnesota y la parte urbana es idéntica a cualquier pequeña ciudad de Estados Unidos. Es más barato y son más flexibles en cuanto a las normas de los sindicatos. Entrar en Estados Unidos es un martirio, y eso ha convertido a Toronto, Vancouver y Montreal en los tres platós cinematográficos de las películas americanas. Llegué en febrero, a menos de 15 grados bajo cero, hasta junio. El problema fue que en mitad de rodaje estallaba la primavera, que es repentina y explosiva, y eso iba en contra del espíritu de la película. Hubo que ser riguroso para terminar exteriores antes de que brotaran las flores.

¿Qué quieres que se lleve el espectador a casa cuando vea tu película?
Recuerdo una cosa que me dijo Ethan: “Hay un aspecto del terror que no me atrae y es que se alimenta de meterle miedo a la gente (bueno, en eso difiero, a mí me gusta mucho), pero la diferencia que aprecio en tu guion es que al final ese miedo se desactiva”. Y es cierto, es como decirle al espectador: “Libérate de la superstición, del miedo”. Y quiero que el espectador perciba ese aspecto de la mente, que no es un disco duro infalible, que es maleable, juega con nosotros, nos engaña, nos seduce, nos esconde cosas. Nos vuelve cándidos a la hora de localizar el verdadero foco del mal.

Fuente

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