‘La bella y la bestia’, bajo el feminismo de Emma Watson

La nueva cinta de Disney presenta a una actriz divertida, rebelde y blindada contra la doble moral.

Emma Watson respira un aire de libertad al que muchos temen, y aunque todos quieran encasillarla, ella no cae tan fácil. Esa es la esencia de su más reciente trabajo como protagonista del filme ‘La bella y la bestia’, que representa un poco su vida y experiencias como estrella y como mujer.

Tras su paso como la poderosa Hermione Granger en Harry Potter y tras explorar sus alcances de interpretación hacia proyectos arriesgados como ‘Las ventajas de ser invisible’ o el ‘thriller’ ‘Colonia Dignidad’, Watson se saltó la oportunidad de ser la estrella de ‘La La Land’, tras haberse comprometido en esta producción, con personajes reales, de un amor puro y separado por el prejuicio de la belleza y la maldición.

Convertida en Bella, la británica acentúa un interesante magnetismo entre el público infantil y una fuerte presencia como modelo de transiciones socioculturales para un público mayor que se divierte con las canciones de la famosa cinta musical y puede, a su vez, hacer lecturas sugestivas acerca del poder de la solidaridad, la fatalidad de los prejuicios y la necesidad de ir a lo más profundo para entender la realidad, el sufrimiento o la redención del otro. Así como referencias muy delicadas a otras producciones del género musical como ‘Chicago’.

“Si lo analizas bien, se trata de cuatro películas en una (…) Tiene acción, música, peleas de espadas, hay comedia con un personaje como Cogswort y luego tenemos algo de danza en un drama romántico, todo de la mano de un director eficiente como Bill Condon”, explicó la actriz en una entrevista acerca del artífice de toda esta aventura y recordado por su trabajo en el drama ‘Dioses y monstruos’ o ‘El quinto poder’.

La trama de La bella y la bestia, que está en cartelera, retoma el estilo ensoñador, y más entretenido que oscuro, visto en la versión animada de Disney de 1991, pero al acceder a personajes reales ofrece una seductora atención a los detalles.

Por cosas del destino, Bella termina siendo apresada por un príncipe que vive alejado del mundo luego de sufrir un hechizo como castigo a su maldad. Pero no es el único que vive bajo un encantamiento, ya que su corte lo acompaña convertida en objetos caseros que, por obra y gracia de la fantasía, son capaces de mostrar diferentes matices de humanidad.

Lo que comienza como una convivencia forzada y dolorosa va dando paso a un cariño especial del que aflora luego un amor verdadero. Hay un príncipe, pero no es la mejor persona del mundo, y también hay una mirada a otras manifestaciones de cariño que han causado una polémica con la aparición de un personaje homosexual.

Pero, más allá del reflejo de esos prejuicios está su capacidad para reinventarse. “He amado esta producción desde que tenía unos cuatro años. La película salió el año en que nací (1990), y me enamoré del personaje, pues era decidida, increíblemente independiente, quería conocer todo el mundo, leer y lograr a su vez una relación tan dinámica con la bestia en un esquema que no había visto en otro cuento de hadas”, recuerda la protagonista.

La mirada de la crítica ha sido positiva, a diferencia de algunas voces que en redes sociales critican el riesgo de Disney de explorar una relación homosexual, que no pasa de ser una mera anécdota en una historia que no pierde su naturaleza universal y que va dirigida a todo público. Como dijo el crítico Tufayel Ahmed en la revista ‘Newsweek’, su reinvención fortalece la perspectiva de millones de mujeres jóvenes”.

Un elemento esencial del filme dentro del proceso de evolución de su personaje, y una marca que afianza una preocupación personal de la actriz, que ha sido capaz de dejar libros en el metro de Nueva York para que la gente se los lleve y los consuma, así como ser capaz de blindar muchas de sus decisiones dentro de la industria cinematográfica y como mujer, para no dejarse lastimar por la algarabía de muchos que critican cosas como que ser sensual es una contradicción a su activismo cultural fuera de las cámaras.

Bella y Emma Watson se parecen mucho al compartir esa naturaleza de mujeres renegadas en un mundo que ambas sueñan con descubrir.

‘No sé qué tienen que ver mis pechos’
Emma Watson ha tenido que lidiar con la exagerada reacción negativa de algunas mujeres que tacharon de hipócrita su posición como defensora de los derechos de las mujeres al posar en unas fotos para la revista ‘Vanity Fair’ en su edición de marzo, en la que aparecían sus senos de una manera muy artística y nada escandalosa. Sin embargo, el hecho no ha dejado de ser el tema de algunos chismes de corredor, pero sí ha desencantado un poco a la actriz, que ha hecho mucho más por el feminismo o las causas sociales que ser la protagonista de polémicas mediáticas.

“El feminismo no es un palo con el que se debe atacar a otras mujeres”, respondió Watson en una entrevista, recordando que ese concepto está ligado más a la idea de libertad e igualdad. “No sé que tienen que ver mis pechos con todo eso”, comentó la actriz de 26 años, quien tuvo que lidiar con otro insulso huracán en internet cuando se dio a conocer que se filtraron unas fotos en las que ella aparece probándose varias prendas.

En este caso, todo quedó en manos de los abogados, quienes emprenderán posiblemente una batalla legal, mientras Watson prefiere seguir llamando la atención, pero frente a las cámaras.

Fuente eltiempo

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