Emma Watson: La voz de una generación

Se confiesa 100 por ciento nerd y orgullosa de ello. Su belleza es comparable con su coeficiente intelectual de 139. Terminó el colegio con las mejores notas mientras rodaba Harry Potter y sacó tiempo para ir a la universidad. Además hace campaña en favor de los derechos de las mujeres. ¿Qué más se le puede pedir? Emma Watson ha puesto la vara muy alta.

Aunque corre el riesgo de parecer demasiado perfecta para ser verdad –lo que podría traducirse en no producir material “interesante” para alimentar el morbo de la prensa–, Emma Watson asegura no haber atravesado por una fase rebelde: nada de escándalos relacionados con drogas, sexo y alcohol. Alguna vez reveló que se había emborrachado al cumplir los 21 años, porque sus amigos se propusieron lograr esa misión casi imposible. Tampoco parece despilfarrar una fortuna que ronda los 60 millones de dólares: comprar un Toyota Prius y un laptop hacen parte de los caprichos que se ha permitido.

El año pasado, justamente después de pronunciar su poderoso discurso en favor de la equidad de género ante las Naciones Unidas, una página web anunció que publicaría fotos íntimas suyas. “Sabía que eran falsas, que no existían… En el momento en que di un paso al frente y hablé de los derechos de la mujer empecé a recibir amenazas. Fue muy duro”.

Es posible que su rebeldía más bien consista en salirse del molde en el que encajan la mayoría de estrellas infantiles, que para probar que llegaron a la edad adulta, muestran una cara opuesta a la que solían presentarle a un público, que por lo general solo espera verlas caer.

Ella, en cambio, se ha convertido en toda una inspiración en distintos ámbitos: en meses pasados, el servicio de noticias Buzzfeed la declaró “la mujer más impecable”, y destacó la exquisitez de su estilo. Cuando Lancôme la escogió para ser su imagen, la marca le dio estatus de ícono.

Su inteligencia es tan celebrada como su belleza, pues recientemente la revista Vogue le otorgó su portada bajo el sugerente título “La voz de una generación”, para destacar la encarnación de un nuevo feminismo que, como Watson lo ha pedido, involucre a los hombres. “Entendí para qué estoy en el mundo, y cómo canalizar mi energía”, explicó, refiriéndose a su labor como embajadora de la buena voluntad de la ONU. “Tengo una sensación de paz… la gente me dice que ahora soy diferente”.

Sus palabras como activista de la campaña HeForShe ya hacen parte de la historia a tal punto que no sería raro que, como ocurrió este año, cada 8 de marzo, Día internacional de la mujer, se recuerde su mensaje de que la lucha en contra de la discriminación no puede ser “sinónimo de odiar al sexo opuesto”: “Ha llegado el momento de percibir el género como un espectro y no como dos conjuntos de ideales enfrentados”, dijo la actriz.

También se hizo sentir cuando en Internet aparecieron fotos de su colega y amiga, Jennifer Lawrence, desnuda. “Aún peor que ver la violación a la privacidad en las redes sociales, es leer los comentarios adjuntos que muestran una total falta de empatía”, escribió en Twitter.

Si la actriz gana titulares en los medios es por alguno de sus viajes humanitarios a Bangladesh o Zambia, o por un nuevo proyecto actoral. Ha demostrado que la década que invirtió en la franquicia más taquillera del cine (7.720 millones de dólares recaudados) fue solo el inicio.

En su retorno al mundo de los Muggles, no le ha hecho falta la varita mágica para seguir siendo codiciada por aclamados cineastas: en 2014 apareció en Noé, de Darren Aronofsky, y este año protagoniza Regresión, un thriller del ganador del Oscar, Alejandro Amenábar. Además se estrena Colonia, cinta dirigida por el también galardonado Florian Gallenberger, que cuenta la historia de un enclave de inmigrantes alemanes ubicado en Chile en la era Pinochet, que funcionaba como centro de detención y tortura. Y dentro de poco se convertirá en la princesa de un cuento de hadas, en una nueva adaptación de ‘La bella y la bestia’.

Sin embargo, no se ha tragado entero el cuento de la fama. Mientras en 2001 una Emma Watson de 11 años afirmaba con vehemencia que había ganado el papel de Hermione porque se lo merecía, en su versión actual de 25, comenta con total honestidad que llegó a creerse “un fraude”.

Sospechaba que conseguía sus mayores logros por arte de magia, por simple cuestión de suerte, y encontraba cualquier reconocimiento “increíblemente perturbador”. Todo indica que podría ser víctima del síndrome del impostor, como se ha denominado a un trastorno que afecta principalmente a mujeres exitosas a las que les cuesta aceptar sus triunfos.

Watson no estaba segura de cómo darle inicio a la era post-Harry Potter. “Seamos francos”, bromeó por aquella época en una entrevista. “He ganado suficiente dinero como para no tener que volver a trabajar”. Entonces le sonaba la idea de hacer parte de la industria de la moda, o quizá escribir, una pasión que todavía conserva y de la que dan fe las cinco libretas que suelen acompañarla: una funciona como su diario de sueños, en otra anota sus proyectos en borrador, está la que llena de noche con el relato de su día, una cuarta en la que documenta temas laborales, y la última es una agenda en la que usa su propio sistema de organización con colores.

Por eso, y en parte debido a sus ansias de vivir como el común de los mortales, optó por estudiar literatura en la universidad de Brown, Rhode Island. En ese ambiente es fácil imaginarla sentada en primera fila levantando la mano para responder la pregunta de algún profesor, actitud que, según ha contado, le valió ciertas bromas porque la hacía verse como su personaje de hechicera: “10 puntos para Gryffindor”, gritó alguna vez uno de sus compañeros de clase.

“Solo hasta hace poco empecé a sentirme mucho más cómoda en mi propia piel”, admitió. Meditar la ayudó a liberar la ansiedad cuando se avecinaba una audición, así como ser consciente de que le tocaría enfrentar una serie de estereotipos antes de ser realmente respetada en el medio. “Sus decisiones han sido muy bien pensadas: escogió pocos proyectos actorales para seguir estando vigente, pero nunca dejó sus estudios. En lugar de protagonizar, eligió un papel de reparto en My Week with Marilyn.

Luego, para dar a entender que todavía era bastante joven, participó en la adaptación de la novela para adolecentes The Perks of Being a Wallflower. Y para quitarse la imagen de niña buena, se transformó en una ladrona para The Bling Ring, de Sofia Coppola”, opina Samuel Castro, miembro de la Online Film Critics Society. “Cada rol decía algo de ella y le permitía salirse de los esquemas preconcebidos con los que suelen encasillar a los actores para que no le propusieran siempre versiones de Hermione. No sabemos si en verdad le ofrecieron el protagónico de 50 sombras de Grey (lo que sería lógico porque Hollywood siempre quiere que las figures infantiles se liberen sexualmente), pero al desestimar los rumores con contundencia, dejó saber que ese mundo no iba a deslumbrarla ni a manejar su carrera. Aceptar películas con base en el guión o en el director, le ha servido para labrarse una reputación de actriz seria. Era una estrella de cine infantil que en el presente está siguiendo los pasos indicados para que pensemos en ella como una estrella de cine, a secas”.

Como si fuera una rareza, los periodistas habitualmente buscan averiguar el origen de tanto aplomo. ¿Será su alto coeficiente intelectual de 139 puntos? Watson explica su pronta madurez con el hecho de que durante el rodaje de la saga del mago no pudo contar con la compañía de sus padres. Pero precisamente en esas condiciones cualquiera hubiera podido salirse de control. En lugar de eso, terminó sus estudios con las más altas calificaciones. “Supongo que había demasiados ejemplos de las locuras de los niños estrellas, y la opción obvia parecía no seguir la misma ruta”. Ha confesado que sintió pánico cuando se enteró de que Elizabeth Taylor había dado su primer beso en un set de grabación frente a las cámaras. “Tuve la sensación de que si no era cuidadosa, podría pasarme eso a mí”.

Y es entonces cuando Emma Watson, la mujer de carne y hueso, y no una de sus interpretaciones, vuelve a recordar a la disciplinada Hermione Granger: “En mi familia lo que uno debía hacer para recibir atención era saber conversar en la mesa a la hora de la cena, y obtener buenas notas”, manifestó en una oportunidad a GQ. “En eso me enfoqué, porque era lo que más se valoraba”. De ahí surge el lema que rige su vida: “Las mujeres nunca deberíamos tener miedo de ser inteligentes”.

Fuente

Emma Watson Peru es un sitio web de fans dedicado a la actriz Británica Emma Watson. Nuestro propósito es promover el interés por esta actriz y sus actividades.