Emma Watson ha entrevistado a Margaret Atwood…y ha sido maravilloso

Entertainment Weekly las ha juntado y, entre risas, han hablado de feminismo, ciencia ficción y del contexto político en el que se gestó ‘The Handmaid’s tale’.

Como una reunión entre dos amigas que llevan tiempo sin verse o como un featuring entre dos artistas que te gustan. Así ha sido la entrevista de Emma Watson a Margaret Atwood.

Atwood, con su obra imperecedera, y Watson, con su activismo político dentro y fuera de la industria del cine, se han convertido en iconos feministas de sus respectivas generaciones. Ahora, Entretainment Weekly las han juntado durante media hora para hablar. Y han hablado de todo: de feminismos, sí, pero en especial de la obra de Atwood y del compromiso inherente al artista.

El entendimiento entre las dos ha sido inmediato, y a pesar de la seriedad de la discusión, no han podido evitar tutearse entre risas. Al final de la conversación, Emma Watson ha terminado pidiéndole perdón por haberle robado más minutos de los treinta que habían pactado.

“Quedas inmediatamente disculpada” ha respondido, todavía riendo, Margaret Atwood.

Y la verdad es que los treinta y demasiados minutos de entrevista han dado para mucho. La actriz, que hace apenas una semanas, en un nuevo acto reivindicativo, se dedicó a esconder ejemplares de The Handmaid’s Tale por París, esta vez ha optado por marcar un perfil bajo y ocultar la pasión que siente por la canadiense. Así, Watson, metiéndose por completo en el papel de entrevistadora, se ha hecho invisible tras sus preguntas.

El trasfondo político de la novela ha hecho imposible evitar los paralelismos con la realidad política actual. Entre otras cosas Atwood ha dejado alguna que otra puyita a Theresa May, una justificación de por qué Trump no es el nuevo Hitler, así como interesantes reflexiones feministas.

Porque no, Atwood no está cansada de la preguntas sobre su feminismo, aunque la gratificante fijación de los medios con el tema le ha permitido descubrir la peligrosa plasticidad del término y la consiguiente importancia de continuar con la tarea pedagógica que va necesariamente unido a esta lucha.

Además, siguiendo el hilo que ha lanzado Emma Watson afirmando que la misoginia no tiene género, la narradora canadiense se ha extendido explicando la importancia de comprender que el patriarcado no es una única estructura inmóvil que podamos reducir a un caricaturesco enfrentamiento entre hombres y mujeres. Por el contrario, ha señalado, hay muchos tipos de patriarcado, y las mujeres no son immunes a la reproducción social de su estructura.

Sin embargo, quizás lo más interesante de la conversación -por ser más inusual en este tipo de entrevistas- han sido las ideas en torno a la construcción, escritura y recepción de The Handmaid’s Tale.

A pesar de haber sido publicada hace más de 30 años, el interés por la novela de Atwood no ha dejado de crecer. Especialmente desde abril, cuando Hulu estrenó la serie basada en el libro. Como recuerda Atwood en la entrevista, ya se habían hecho muchas adaptaciones de la obra -incluso la convirtieron en una ópera-, aunque ninguna había tenido una repercusión tan enorme como la de esta serie.

Pero, como puede ocurrir cuando la psicosis con una obra se vuelve tan extrema, el contenido de la misma puede verse desbordada por el fenómeno que la envuelve: la obra se estira para llegar a una segunda temporada, el libro alcanza los puestos más altos en los ránquines de venta y la información relativa a la concepción genera un interés que hace las veces de metadona.

No es de extrañar, pues, que hasta el momento se he hubiera hablado de la importancia del contexto sociopolítico que llevó a Atwood a concebir el libro: el Berlín de los 80, donde vivía la canadiense. En plena Guerra Fría estaba en el punto que mejor simbolizaba el conflicto, en una época en la que, además, la alianza Thatcher y Reagan determinaba el curso político del mundo.

En ese sentido, revela Atwood, The Handmaid’s Tale era una proyección de lo que podrían haber llegado a hacer los sectores más conservadores si continuaban con el poder en la mano. Así, el libro trata de responder a las preguntas relativas a cómo conseguirían algunas de las cosas propuestas por las ramas más radicales. ¿Cómo metes a las mujeres en casa? ¿Cómo sería una América totalitaria? ¿Con qué excusas justificarían las atrocidades?

Buscando respuestas a esas preguntas, Atwood ha valorado los orígenes políticos de Estados Unidos. La democracia no fue un hecho en bruto: algunos estados americanos, como Massachusetts, nacieron como teocracias. Y como tales, tenían ciertas bases excluyentes. Una de ellas era el acceso a la universidad -Harvard nació bajo estas premisas-.

Por otro lado, la autora estadounidense había leído mucha ciencia ficción antes de escribir The Handmaid’s Tale y estaba un tanto quemada con la idea de que fuera un género ejecutado y protagonizado por hombres.

Entonces, The Handmaid’s Tale también es una respuesta al discurso dominante.

Una respuesta que, asegura Atwood, estaría en su totalidad basada en hechos reales. En el sentido de que, siendo una obra de ciencia ficción, los mecanismos de opresión con los que trabaja la autora habían tenido lugar en algún punto del planeta.

Dicho de otro modo y viéndolo con perspectiva, Atwood ha revelado los ingredientes y la receta para hacer un éxito de ventas, un libro de impacto entre distintas generaciones y una obra imperecedera. Y se lo ha contado a Emma Watson, quien sabe si por repercusión, candidata a heredera de la autora de The Handmaid’s Tale.

Fuente 1

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